miércoles, 12 de mayo de 2021

Si tienes una pesadilla tan vívida, pide auxilio inmediatamente.

 Recuerdo como si hubiera sucedido ayer. Estábamos comiendo palomitas de maíz con su hermana mientras veíamos un programa de televisión. De repente, me entraron ganas de ir al servicio. Me excusé y me retiré para ir. Cuando acabé, regresé a la cuarto de la sala. "Ya regresé,  Mike", le dije al entrar a la habitación. Pero no me respondió, lo cual era raro. La televisión estaba apagada, lo cual era mas raro, porque era su serie favorita. 

 Me quedé parado donde estaba, dudando. "¿Mike?", pregunté cautelosamente. Seguía sin respuesta. Reuní todo mi valor para acercarme. Rodeé el sofá y me situé al frente de él. Tenía la cabeza gacha y la tenue luz de la luna no iluminaba mucho el escenario. Me dirigí al interruptor de luz para ver que le sucedía. Cuando estaba a 5 pasos, saltó de repente del sofá y me derribó de un movimiento. "¡Mike, soy yo!", gemí por lo bajo, ya que me estaba ahogando con su peso. 

 Logré sacármelo de encima con un movimiento veloz, pero él se levanto casi al instante para reanudar el forcejeo. Él vino hacia mí con todo, pero yo también estaba preparado. Cuando estuvo cerca de mí, me hice a un lado y le tacleé. Ese era el momento perfecto para salir pitando. Encendí la luz y pude ver el rostro de mi amigo Mike; pálido, con cortes muy profundos en su rostro. Pero lo que más me aterró fue su lengua y sus ojos. 

 Tenía la lengua tan morada que no parecía lengua. Parecía una masa amorfa que le colgaba de los labios. Los ojos los tenía tan desorbitados e inyectados en sangre que ya no parecían ojos. Esa visión fue suficiente para desorientarme; lo que Mike aprovecho para asestarme un fuerte golpe en el costado de mi cabeza. Unos puntos de colores asomaban a mi visión, encegueciéndome. Vi una botella de vidrio al lado mío en el suelo y no dudé en recogerla y quebrarla en el cráneo de mi amigo Mike. "Créeme, eso me dolió más a mí", le susurré al oído. Entonces me desmayé.

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 Me desperté en mi cama, aturdido. Todo fue un sueño, una pesadilla; pero se sentía tan real... Me incorporé con un brazo en el borde de la cama. "Paul, baja a desayunar", se oyó de repente en el piso de abajo. "Ajá", exclamé como respuesta. Me cambié de ropa, me aseé y estaba listo para bajar cuando escuché  un ruido proveniente del cuarto de baño. Al principio no le di importancia y me dispuse a abrir la puerta, cuando sonó más fuerte. Me quedé en la puerta de espaldas, sin atreverme a voltearme. Otro; un tercer golpe. Se repitió varias veces, hasta que paró. En la séptima vez, el sonido aumento. Era tan agudo que tuve que taparme los oídos para que no me reventaran. 

 Me volteé y vi a mi amigo. Estaba desaliñado, con los mismos cortes en su rostro. Su lengua y sus ojos no eran diferentes a los de la pesadilla. Un sonido ronco salió de su boca. "Paul, ¿ está todo bien allá arriba?", exclamó mi madre, preocupada. Iba a gritar con todas mis fuerzas, pero Mike se movió velozmente y me tapó la boca con las manos. Un sabor a hierro y ácido inundó mi paladar. De repente, su mandíbula se quebró y se abrió paranormalmente. Clavó su dentadura en mi brazo derecho, lo que hizo que emitiera un potente grito de dolor y miedo. 

 Me retorcí de dolor, mientras de mi brazo derecho emanaba una corriente de sangre tibia. Choqué contra la estantería de libros y trofeos, lo que provocó que todas las estanterías, armarios, cajones se desplomaran. Escuché los pasos apresurados de mi madre al subir por las gradas que conducían al segundo piso. "¿Paul, estás bien?", estaba muy cerca. Mike se acercó y me preparó para asestarme el golpe final, pero en ese momento, mi madre irrumpió estrepitosamente en la habitación. Mike se desvaneció en el aire y me dijo las palabras que me dejarían marcado de por vida. 

 "Eres mío, Paul", sus últimas palabras quedaron resonando en mi cabeza para siempre. Y temó que, en cualquier momento, venga a terminar lo que no acabó.